Crecer para aprender que la felicidad no es una de las grandes cosas.
No es el que te persigue en veinte años para luego obtener un premio, como, cuando los gladiadores luchaban en la arena para salir victoriosos...
La felicidad no es el afán de creer que el amor es todo o nada...
No es una de las fuertes emociones que hacen que el" bang " sea una explosión de truenos espectaculares...
La felicidad no es un rascacielos a escalar, lleno de retos para ganar constantemente una prueba.
Creciendo para aprender que la felicidad se compone de cosas pequeñas pero valiosas....
Aprender que el olor del café en la mañana es un pequeño ritual que calienta el corazón, que tomando las notas de una canción de la sensación de leer un libro de hermosos colores, que los sabores amargos no son suficientes en una cocina.
La poesía de los pintores es la felicidad, que tan solo tocar la nariz de su gato o perro sea suficiente para sentir felicidad.
Y uno aprende que la felicidad está hecha de emociones que van de la punta de los pies hasta el corazón, brindando tranquilidad, que se expande como pequeñas explosiones.
Que te haga brillar los ojos como si fuesen estrellas y que estas fueran alcanzables
Que te despierte el olor a primavera en pleno invierno
Que al conocer un campo de girasoles te iluminen el rostro como si fuesen pequeños soles
Que al sentarse a leer a la sombra de un árbol te relajes y te libere la mente
Y uno aprende que el amor esta hecho de sensaciones delicadas, pequeñas chispas en el estómago, la sensación de alguien cerca estando muy lejos.
Y uno aprende que el tiempo se dilata y que esos 5 minutos son preciosos más de tantas horas.
Y uno aprende que con tan sólo cerrar los ojos se unen todos los sentidos.
Al leer un poema, escribir un libro o ver una foto se congela el tiempo y la distancia y se llena ese deseo de estar con alguien que tu amas.
Y uno aprende que escuchar una voz en el teléfono o recibir un mensaje inesperado, son momentos felices pequeños.
Y uno aprende a tener en un cajón y en el corazón los sueños pequeños pero preciosos.
Y aprendes que mantener a un niño en tus brazos es una felicidad deliciosa.
Y uno aprende que los regalos más grandes son los que hablan de la gente que amas...
Aprendes que hay felicidad, incluso cuando se tiene urgencia de escribir sus pensamientos, que hay algo feliz, incluso en la amarga tristeza.
Aprende que, a pesar de sus dificultades, a pesar de su voluntad o su destino, en cada gaviota que vuela hay en el corazón un pequeño Juan Salvador Gaviota.
Y aprender cómo la simplicidad es hermosa y majestuosa.
2 comentarios:
Vaya al fin logré adecuar el navegador nena.
Me encantó tu escrito, eres una mujer muy talentosa y llena de realismo.
De ese dulce sabor a tu verdad y de la magía de la sabiduría que te la la cruenldad del día a día.
Para mi es un honor poder agregarte estas humildes líneas para felicitarte de lo que haces y la serenidad que transmites al leerte.
Que cada vez que leo tus escritos, encuentro algo diferente y siemrpe se descubre un punto que no se había visto.
Felicitaciones guapa y gracias otra vez.
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